La misión

La misión

El diccionario define misión como el “poder, facultad que se da a alguien de desempeñar algún cometido”. Quiere decir que para un cometido que nos propongamos obtendremos el poder y las facultades para llevarlo a cabo. Nos será suplido todo lo necesario para cumplir con la misión pues alguien muy poderoso está convencido de que podemos hacerlo y estará como socio en esta aventura, Dios es tu socio en la misión.

Hoy día se requieren muchos misioneros, personas que tomen la decisión de cambiar su entorno para mejorar. Sensibles a las necesidades, dispuestos a ser proveedores para aquellos que se encuentran en estado de profunda necesidad, decididos y con el suficiente coraje como para afrontar lo grande del reto.

Quiero platicarles un poco acerca de mi experiencia de lo que llamo mi misión, de cómo fui llamado e iniciado en este andar por diferentes lugares, enriqueciéndome con el corazón humilde de las personas sencillas y fortaleciéndome con la actitud de las madres que dan todo por sus hijos. No menciono nombre por respeto de las comunidades y de las personas, pero espero llevarte conmigo a esos viajes y a esas aventuras.

Asistí a un congreso misionero, de corte evangélico, el objetivo del evento era motivar a las personas a comprometerse en llevar el mensaje evangélico a todas las naciones de este mundo, durante una de las sesiones mostraban fotografías de niños que empuñaban armas, fotografías de niños completamente desnutridos, fotografías de hombres y mujeres que hacían grandes esfuerzos por llevar algún tipo de ayuda a las comunidades más remotas. Esto me impacto fuertemente, al final del evento los pastores invitaban a los participantes que quisieran comprometerse en las misiones evangélicas a pasar al frente. En ese momento me quedé en mi lugar y en oración a Dios, le dije “si me escuchas tan solo quiero decirte que anhelo participar ayudando a las personas necesitadas, no se como hacerlo, ni tengo mucho con que hacerlo, pero estoy dispuesto”, ese día marco mi vida y el rumbo de ella.

No quiero hablarte de religión, solo quiero compartir contigo algunas ideas. Los misioneros cristianos se esfuerzan en llevar el mensaje de Cristo a todos los pueblos, y en esencia es el amor, la fraternidad, el ser personas de bien, amar a su tierra y a todos sus habitantes, esa es la premisa dada por el mismo líder del movimiento, Jesús.




Llegó el día en que pude involucrarme en un primer viaje de ayuda humanitaria, voluntaria, a un hospital que brinda servicios a indígenas de la región sin ningún costo. Es maravilloso conocer gente dispuesta a ayudar con su talento a ver beneficiados a los más indefensos, es triste también darse cuenta que muchas personas sufren y mueren por falta de servicios básicos, pero es necesario continuar, son muchos los que están en espera de ser atendidos.

Regresábamos de una visita a una clínica en una comunidad enclavada en la sierra donde una valiente mujer la atiende, fue una magnífica experiencia, con sus cosas agradables y desagradables, el dolor siempre se presenta en los lugares olvidados, sin embargo la labor continua, la mies es mucha y los obreros son pocos, lo menciona Jesús. El camino era muy difícil, íbamos brincando en la parte trasera de la camioneta debido a tantos hoyos e irregularidades en el camino, mi decisión fue meditar en lo acontecido para de esa manera olvidarme de las incomodidades. En lo profundo de la meditación pude ver un rostro que se alegraba al ver la tierra desde los cielos, después vi nuevamente ese rostro pero ahora con un tono triste, reflexioné en que Dios se alegra cuando ve a los humanos siendo bondadosos y brindando ayuda a los necesitados, como lo narra la historia del buen samaritano, pero me faltaba concluir la parte de su tristeza.

Los días de la labor concluyeron, aprendimos muchas cosas y nuestra visión de la vida fue transformada, allí entre los indígenas que tantas dificultades pasan y entre el personal del hospital que vive dedicado a hacer un poco por el beneficio de estas personas. Regresé pensando en la parte donde el rostro triste se me vino al pensamiento.

Veníamos ya de regreso en el avión, de pronto hizo una maniobra para enfilarse hacia el aeropuerto, quedé con la mirada hacia la tierra y pude ver una gran cantidad de comunidades en necesidad, desconocía que fueran tantas alrededor de la ciudad y comprendí que esa es la tristeza del rostro, hay muchas comunidades que necesitan apoyo para mejorar sus condiciones de vida, entendí en ese momento cual era mi misión.

Pasó el tiempo y fui invitado en participar en un proyecto de adopción de un pueblo para llevarle conocimiento del evangelio, tuvimos que realizar un primer viaje para conocer dos pueblos y decidir a cual apoyar, también para saber si ellos aceptarían nuestra presencia. Los pueblos indígenas se rigen de manera distinta que las grandes ciudades, respeto y admiro eso, hay sabiduría en esa manera de conducirse, hay que ser comprensivos y pacientes.


Cuando estábamos en el primer pueblo, tenía un dolor intenso en mi pie derecho, todo el viaje me había dolido, al finalizar las actividades ya tenía que usar un bastón debido al intenso dolor. Los compañeros decidieron ir al río que está al final del pueblo, y allí iba con mi bastón, reflexionando en como podía yo ayudar estando cojo.

La fe es importante cuando tenemos una misión, fue entonces que recordé un texto bíblico que dice, “hermosos son los pies de los que anuncian la paz”, iba caminando repitiéndolo y creyéndolo, entonces el dolor empezó a ceder, al llegar al río ya caminaba sin bastón ni dolor, que lección de fe tuve ese día, esperar lo que parece imposible, esa es la fe y no es privilegio de algunos, es privilegio de toda la humanidad.

Visitamos el segundo pueblo, donde no fuimos recibidos de muy buena manera. A pesar de ser un pueblo en condiciones difíciles nos dijeron que no requerían de nuestra ayuda, que después nos hablarían. Entiendo que no hay confianza a veces y es por eso que cierran las puertas, las comunidades indígenas han padecido de muchas malas experiencias y respeto sus decisiones, su forma de gobierno y sus tradiciones.

Nos reunimos a la orilla de un río para decidir que pueblo adoptar, entonces la mayoría optaba por la opción mas sencilla donde las puertas estaban abiertas, sin embargo mi pensamiento era diferente, es en los lugares complicados donde más se necesita actuar, logré convencerlos con mis argumentos y comenzamos el compromiso de ayudar a este pueblo, en alto grado de marginación, este bello pueblo enclavado en la sierra, con sus caminos zigzagueantes, sus casas de madera con techos de teja y otros de lámina que son como espejos del sol, con su olor a leña quemada, con sus grandes sembradíos de maíz, tantas aves, coyotes muchos perros, su gente hermosa hablando un idioma desconocido y tantos niños tan risueños y divertidos.

Empecé a coordinar las actividades con total desconocimiento de la cultura indígena, es muy importante saber conducirse entre ellos de acuerdo a sus tradiciones, el respeto es un valor sumamente importante. Hemos dicho al principio, la misión no solo es un sueño, sino una facultad concedida para concretar ese sueño, así es que todo me fue siendo suplido, lo que necesité conocer, aprender y usar para cumplir con los objetivos fue llegando sorprendentemente.

En un principio es difícil adaptarte a un lugar donde se habla diferente, donde se come diferente, donde el clima es diferente, y no encuentras todo a lo que estás acostumbrado, donde el tiempo corre muy lento y las promesas a veces son olvidadas con facilidad. Pero el amor que se puede ser capaz de sentir por la gente te hace adaptarte y ver la maravilla que cada comunidad posee, ver la maravilla de la naturaleza y la sabiduría ancestral de poseer la tierra y trabajarla.

Ciertamente ser partícipe de una misión no es fácil, se enfrenta todo tipo de situaciones, decepciones y accidentes, pero siempre fortalecen, dan experiencia y energías nuevas, siempre hay un ángel que tiene un mensaje especial para ti. Recuerdo cuando estuvimos ayudando a un joven diabético en un grave estado, me esforcé, viajé, investigué, luché pero finalmente murió y sentí entonces que allí terminaba la misión. Dialogué con un misionero acerca de esta experiencia y me dijo, “no mires esta puerta que se te ha cerrado, mira las puertas que se te empezarán a abrir, como este joven estaba enfermo, así hay muchos más”, fue una profecía, varias puertas comenzaron a abrirse, nuevos recursos, nuevas personas parar apoyarme, nuevas personas a quienes apoyar, fue increíble y pude organizar dos brigadas médicas donde atendimos cientos de personas, mi corazón se colmó de satisfacción.

Así se fueron mostrando más necesidades, entre ellas quiero platicarte de una experiencia muy enriquecedora para mi vida, el caso de Margarita, una viuda con cuatro hijos, cuando los conocí ellos vivían en una choza de cuatro metros cuadrados, cubierta totalmente por el hollín de la leña quemada pues en ese cuarto se cocinaba y se dormía, era todo lo que tenían, unas tablas viejas mal apiladas, sobre ellas un techo de cartón ya casi por deshacerse, sin un piso firme, así sobre la tierra era que vivían, sentí un grande dolor de ver cuanta necesidad hay en mi propio país. Tomamos el reto de proporcionarle lo necesario para una nueva cabaña, promocioné el proyecto y recibí apoyo de algunas personas, la gente del pueblo colaboró en la construcción, ahora tienen una nueva cabaña con piso de cemento y techo de lámina, la tienen siempre muy limpia y se puede ver muy ordenada la mesa donde los niños elaboran sus tareas escolares, también les hicimos llegar agua hasta su hogar, ya que no contaban con el recurso para comprar los metros de manguera necesarios. Me ha conmovido como con un poco de apoyo las personas pueden dar un giro a su vida, veo en los rostros de esta familia la esperanza y la gratitud.




He tenido el privilegio de participar en la organización de festivales para niños, brigadas médicas, entrega de despensa, apoyo para vivienda, apoyo con ropa, en fin toda una gama de apoyos que han llegado gracias a la disposición del equipo con el que cuento y al corazón de las personas bondadosas, todos hacemos posible la misión.

Algo que he podido descubrir en este andar es que al intentar ayudar siempre termino siendo el ayudado, siempre aprendo, siempre disfruto de poder hacer un poco, de poder dar un poco. El dolor, el cansancio y el miedo se hacen a un lado cuando ven a un hombre decidido y abren paso a la experiencia, la paciencia, la sabiduría, la vitalidad y el amor, esto he tenido el privilegio de experimentar en estos tres años de haber vivido la aventura de una misión, confía en ti mismo.

2 comentarios:

Yenita dijo...

Hola saúl, es yenny.
Gracias por invitarme a tu blog.
Tu presencia en mi vida, tu ímpetu, tu inspiración, me han incentivado a tomar las riendas de mi vida como Dios quiere que lo haga.
Gracias por tu amistad y por haberme compartido la capacidad del ser humano cuando alcanza las cosas si verdaderamente se lo propone. Gracias nuevamente, el Señor continúe utilizandote grandemente.
Y.L. Caracas, Venezuela.

Ing. Saúl Ríos dijo...

Muchas gracias Yenni, los que expresas con tus palabras me hacen sentirlo así. Debido a que eres una persona con una gran energía.

Dios te bendice Yenni.