Dios
En cada lugar, en cada cultura, surge la interrogante sobre las cosas que suceden y están fuera o dentro de nuestro control. De toda la belleza natural, incluido el hombre, de los fenómenos e interacciones entre lo que existe, de lo basto y dinámico que es el universo, de la belleza, funcionalidad y exactitud con que fueron creadas todas las cosas. De los universos macroscópicos y microscópicos que van surgiendo conforme el hombre se hace preguntas y halla respuestas. De la magia de la vida, del desarrollo del humano, de su capacidad de pensar, sentir, interpretar y crear. Del orden, sentido e inteligencia en que se entrelaza todo lo que existe.
¿Que hay detrás de toda esta genialidad?, de este incomparable modo de organizar los átomos para que formen cosas, cuerpos, visibles e invisibles, de toda esta armonía, de la maravilla en el canto de un pájaro, de lo hermoso de un amanecer en el campo, toda esta gamma de ideas que están para ser admiradas y más que eso, nos permiten vivir.
¿Quien está detrás de este orden y sentido geniales?, ¿quien pensó este diseño?, ¿quien sostiene el universo?, ¿quien conoce los límites de lo que existe?, ¿quien genera infinitamente todo lo que necesitamos para vivir?.
Es de todas estas cuestiones que damos un nombre a esta genialidad creadora, organizadora y sostenedora, Dios, un ser que con un sentido de bondad proporciona y diseña todo lo que existe.
¿Tiene un lenguaje?, ¿como es que se comunica con nosotros?, ¿en realidad quiere hacerlo? Muchos grupos han tratado de responder estos cuestionamientos mediante libros sagrados, hechos y narrados por “hombres especiales” que, se dice, tuvieron un contacto con lo divino, con ese genio por excelencia, ese ser inigualable.
La percepción de estos hombres ha sido siempre limitada por el momento histórico que viven, por lo que la evolución les ha proporcionado hasta ese momento, podemos comprender entonces que muchos de los llamados escritos sagrados se quedan obsoletos en algunas cosas, aunque algunas otras tienen una trascendencia eterna.
Hoy puedes iniciar la aventura de responder esas cuestiones, retomando de la experiencia y concentrándote en el contexto actual, quizá la historia del pensamiento hacia Dios, da para aventurarnos a predecir un poco de lo que se espera para la experiencia entre el hombre y el genio por excelencia, el admirable Dios.
Si escarbáramos en la profundidad de nuestro ser, en aquellos momentos que nos encontramos libres de prejuicios y de las preocupaciones propias de la vida social, podríamos quizá conectarnos un poco con esa fuente de vida, pudiéramos entonces, después de evaluar nuestra vida y la de nuestros antepasados, entender un poco el por qué de una creación tan maravillosa y el por qué el hombre se dirige a un estado caótico, sin sentido ni belleza. Podemos llegar a entender que se requiere una sincronía con la existencia para volver nuestras vidas hacia un sentido de belleza y plenitud, tal vez en ese momento podamos entender el lenguaje de Dios y escuchar con más claridad hacia donde quiere llevarnos. Hacia algún lado quiere que vayamos pues nos ha dotado de capacidades sorprendentes, que evolucionan de generación en generación.
Para encontrar el sentido de plenitud y evolución en nuestra vida es necesario empezar a hacernos preguntas que explican aquello que fascina, es necesario comprender, conocer de manera individual para el beneficio colectivo. Es necesario profundizar con el genio por excelencia, pero antes de eso habrá que encontrar las maneras de conectarnos con él, ya que hasta hoy todo lo dicho ha sido en cierta manera fantasía y manipulación, contrario a la belleza y la armonía con que la creación se expresa.
Vamos mas allá es necesario ser valiente y comenzar a desear un cambio hacia la plenitud, de manera individual, atreverse a preguntarse por todo lo que se vive, lo que se conoce, conocer, experimentar, crear. Poco a poco estaremos estableciendo un contacto con la mente universal si imitamos la manera en que se comporta, en armonía, variedad, espontaneidad, belleza y expansión.
En cada lugar, en cada cultura, surge la interrogante sobre las cosas que suceden y están fuera o dentro de nuestro control. De toda la belleza natural, incluido el hombre, de los fenómenos e interacciones entre lo que existe, de lo basto y dinámico que es el universo, de la belleza, funcionalidad y exactitud con que fueron creadas todas las cosas. De los universos macroscópicos y microscópicos que van surgiendo conforme el hombre se hace preguntas y halla respuestas. De la magia de la vida, del desarrollo del humano, de su capacidad de pensar, sentir, interpretar y crear. Del orden, sentido e inteligencia en que se entrelaza todo lo que existe.
¿Que hay detrás de toda esta genialidad?, de este incomparable modo de organizar los átomos para que formen cosas, cuerpos, visibles e invisibles, de toda esta armonía, de la maravilla en el canto de un pájaro, de lo hermoso de un amanecer en el campo, toda esta gamma de ideas que están para ser admiradas y más que eso, nos permiten vivir.
¿Quien está detrás de este orden y sentido geniales?, ¿quien pensó este diseño?, ¿quien sostiene el universo?, ¿quien conoce los límites de lo que existe?, ¿quien genera infinitamente todo lo que necesitamos para vivir?.
Es de todas estas cuestiones que damos un nombre a esta genialidad creadora, organizadora y sostenedora, Dios, un ser que con un sentido de bondad proporciona y diseña todo lo que existe.
¿Tiene un lenguaje?, ¿como es que se comunica con nosotros?, ¿en realidad quiere hacerlo? Muchos grupos han tratado de responder estos cuestionamientos mediante libros sagrados, hechos y narrados por “hombres especiales” que, se dice, tuvieron un contacto con lo divino, con ese genio por excelencia, ese ser inigualable.
La percepción de estos hombres ha sido siempre limitada por el momento histórico que viven, por lo que la evolución les ha proporcionado hasta ese momento, podemos comprender entonces que muchos de los llamados escritos sagrados se quedan obsoletos en algunas cosas, aunque algunas otras tienen una trascendencia eterna.
Hoy puedes iniciar la aventura de responder esas cuestiones, retomando de la experiencia y concentrándote en el contexto actual, quizá la historia del pensamiento hacia Dios, da para aventurarnos a predecir un poco de lo que se espera para la experiencia entre el hombre y el genio por excelencia, el admirable Dios.
Si escarbáramos en la profundidad de nuestro ser, en aquellos momentos que nos encontramos libres de prejuicios y de las preocupaciones propias de la vida social, podríamos quizá conectarnos un poco con esa fuente de vida, pudiéramos entonces, después de evaluar nuestra vida y la de nuestros antepasados, entender un poco el por qué de una creación tan maravillosa y el por qué el hombre se dirige a un estado caótico, sin sentido ni belleza. Podemos llegar a entender que se requiere una sincronía con la existencia para volver nuestras vidas hacia un sentido de belleza y plenitud, tal vez en ese momento podamos entender el lenguaje de Dios y escuchar con más claridad hacia donde quiere llevarnos. Hacia algún lado quiere que vayamos pues nos ha dotado de capacidades sorprendentes, que evolucionan de generación en generación.
Para encontrar el sentido de plenitud y evolución en nuestra vida es necesario empezar a hacernos preguntas que explican aquello que fascina, es necesario comprender, conocer de manera individual para el beneficio colectivo. Es necesario profundizar con el genio por excelencia, pero antes de eso habrá que encontrar las maneras de conectarnos con él, ya que hasta hoy todo lo dicho ha sido en cierta manera fantasía y manipulación, contrario a la belleza y la armonía con que la creación se expresa.
Vamos mas allá es necesario ser valiente y comenzar a desear un cambio hacia la plenitud, de manera individual, atreverse a preguntarse por todo lo que se vive, lo que se conoce, conocer, experimentar, crear. Poco a poco estaremos estableciendo un contacto con la mente universal si imitamos la manera en que se comporta, en armonía, variedad, espontaneidad, belleza y expansión.
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