En esencia, eres feliz
Beethoven fue un gran maestro y murió en depresión.
Motzart fue un maestro y murió de alcoholismo.
Van Gogh fue infeliz.
Beethoven fue un gran maestro y murió en depresión.
Motzart fue un maestro y murió de alcoholismo.
Van Gogh fue infeliz.
Por eso pienso que ninguna maestría llevará a ser feliz a alguien. Quizá harías felices a otros por el orgullo de ser amigos o de saber algo del gran maestro. No es la maestría en algo, sino la sensibilidad de encontrar el gozo en todo lo que hacemos, el entendimiento de ser luz para uno mismo y los que nos rodean.
El ser maestro hasta en el amor, lleva a encerrarse en pos del conocimiento y la destreza, y dejar pasar los mejores momentos, esos que son naturales, espontáneos y que se dan cuando simplemente contemplas con inocencia la belleza de la vida, la belleza de los niños, de las flores, cuando escuchamos al amigo, al amante, al necesitado y respondemos con una sonrisa o un abrazo. Para ser dichoso solo hay que estar ahí, experimentando y contemplando la vida con intensa emoción positiva.
Los maestros que he citado al principio, buscaron ser reconocidos, buscaron ser amados, se esforzaron pero no lo consiguieron. Y es que el amor comienza por uno mismo, sino sabemos amarnos a nosotros mismos es imposible que amemos a los demás. Es absurdo maltratar el cuerpo y el alma en busca de la maestría, del reconocimiento, de la iluminación. Has nacido como esencia de la divinidad, naciste pleno, aventurado, sonriente y feliz. Rebosante, sereno, excitado y apacible.
Hace poco observaba unos cerditos, que corrieron juntos a ocultarse del sol, después de haber sorbido el néctar de la vida, de las tetillas de su madre. Me acercaba a ellos y se ponían alertas. De pronto se dormían, daba otro paso y volvían a estar alertas, para de nuevo volver a entrar en el reposo cerrando sus ojitos. Que sabia es la vida, que permite a estos cerditos estar en paz aunque el peligro está en frente. Duermen y despiertan con gran energía para seguir descubriendo lo divertido que es vivir, lo hacen intensamente, sin grandes preocupaciones, solo con prudencia.
No olvides tu esencia de amor, de alegría, de aventura, recuerda que cuando aprendiste a caminar lo hiciste con precaución, pero nunca con miedo, nunca en busca de la metodología de caminar ni con el afán de cómo hacerlo mejor. Solo lo hacías porque sabías que era posible hacerlo, y que con ello podrías alcanzar aquella flor que deslumbraba con su belleza tus aventurados ojos.Se dichoso aquí y ahora por el simple y afortunado hecho de estar vivos, de conocernos y poder compartirnos. La vida es un sueño, tiene fantasía y magia, si podemos creerlo. Si podemos creerlo podremos caminar en la dicha, como cuando éramos niños y después de los primeros pasos tomamos entre nuestras manos aquella flor que nos deslumbró con su belleza.
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